¿Te imaginas qué pasaría si hubiéramos conseguido nuestro objetivo?
¿Qué pasaría si ya no existiera el movimiento YO NO VOTO?
Significaría que la votación por la elección de la jornada escolar sería, por fin, justa.
No existiría la barrera de participación de ⅔ (66,67%) del censo para validar el proceso como ocurre desde hace casi 10 años.
¿Qué pasaría si años después de una votación, en la que se cambie la jornada, cambiamos de opinión?
Pasaría que el proceso de votación, tal como pretende la PVEJ, sería reversible y se podría volver a votar en caso necesario para revertir la jornada. Porque los municipios, los tiempos, las condiciones laborales y las unidades familiares cambian.
¿Qué pasaría si tuviéramos disponible información de las 2 opciones a votar en las urnas?
Pasaría que habríamos concienciado a las entidades, que representan a las familias de la comunidad educativa, de que la mejor opción es ser imparciales e informar de manera veraz y sin bulos de las diferentes jornadas a votar.
¿Qué pasaría si TODAS las familias tuvieran una participación equitativa en la votación?
Significaría, que desde el 2005 que se hizo la norma que luego se transformaría en la 502/2013. Los casi 20 años de evolución social se verían reflejados y las familias tradicionales, monoparentales y numerosas podrían participar en igualdad de condiciones en la votación.
¿Qué pasaría si pudieras usar Raíces para ejercer tu derecho a votar?
Que con la digitalización del voto, las votaciones serían más accesibles para todos. Habríamos conseguido que la votación para la elección de la jornada escolar se adaptara a los tiempos y horarios que vivimos.
¿Qué pasaría si pudieras informarte de manera simple, clara y veraz sobre las jornadas?
Que seguramente existirían informes globales, integradores, respetuosos con los tiempos y condicionantes de nuestros hijos y sus diferentes edades. De manera que desde la Administración se habrían preocupado de hacer estudios, no sólo basándose en razones pedagógicas sino también en los beneficios socioculturales de cada una de las jornadas, para que los padres contáramos con razones de peso para la elección de las mismas.
¿Qué pasaría si como padres pudiéramos ir a votar libremente sin condicionantes de ningún tipo?
Significaría que se habría conseguido una comunidad educativa tolerante, integradora de hecho y respetuosa con las diferentes crianzas y unidades familiares.
Una comunidad educativa donde todas las familias puedan expresarse sin miedos, puedan participar y sentirse acogidas y respetadas.
Una comunidad educativa donde nuestros hijos, sea cual sea la jornada, sean felices y vean a las familias y a los centros escolares unidos.
Es más lo que nos une.
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